viernes, 10 de diciembre de 2010

De mentiras y mentirosos............

Mentir es un acto consciente y deliberado, no un accidente como a menudo el mentiroso nos quiere hacer creer.

Se puede mentir para ocultar, es decir,  sin decir nada que no sea verdad. O mentir para falsear, y se basa en presentar la información falsa como si fuera cierta. Y en este arte hay grandes maestros en Avilés.

 El ocultamiento es pasivo, mientras que el falseamiento es activo. Asi que la persona que oculta suele sentirse menos culpable que la que falsea, aunque en ambos casos las consecuencias pueden ser igual de perjudiciales para sus víctimas. Osease nosotros, los simples ciudadanos.

Por lo general, la gran mentira se teje con el tiempo (llevamos ya 4 años). Se empieza con un engaño banal,  al que sigue un segundo engaño algo mayor. No pasa nada, y el mentiroso no es detectado. Esto le da alas para cometer un engaño todavía mayor, en un proceso que no conoce límite hasta que comete algún error y es desenmascarado.
Pero como aqui nadie dice nada.......... este mentiroso habitual se crece hasta que, creyéndose más listo que los demás, relaja el control y baja la guardia, momento en el que comete un desliz y es descubierto.
Y mentir no es complicado, por lo que se ve a diario en esta ciudad. Lo que es complicado es aguantar una mentira en el tiempo. 
Y claro, cuando uno miente, puede tener preparada una buena explicación para quien le interpele, ya que va a tener que recordarla porque en el momento menos pensado alguien volverá a preguntar, y si no somos rápidos en la respuesta, quedaremos en evidencia. Como está empezando a ocurrir......ya que algunos personajes de esta ciudad están cayendo en la evidencia.

Así pues, no es fácil que la mentira -especialmente la mentira reiterada y explicada, y mas explicada- dure siempre. Ya Sófocles afirmaba que "una mentira nunca vive hasta hacerse vieja", porque el mentiroso no puede controlar ni esconder todas sus conductas. Parece haber también una relación entre el tiempo en que se aguanta una mentira y el número de gente a la que se quiere engañar, ya que a cuanta más gente se está engañando, más posibilidades hay de cometer un desliz o de meter la pata hasta las orejas.

 al final, la mentira se desenmascara por errores que comete el mentiroso. No hay garantía de que los cometa, sobre todo si la mentira se sostiene por un corto periodo de tiempo, con lo que no todas las mentiras necesariamente fallan. Pero lo normal es que lo haga. Aunque hay verdaderos "profesionales de la mentira" que evitan cualquier signo delator echandole la culpa, en la mayoria de los casos, a quienes le rodean.

Hay dos indicios fundamentales del engaño: los indicios revelatorios y los indicios de comportamiento mentiroso. En el primer caso se trata de manifestaciones que hacemos sin querer y que ponen de manifiesto la verdad (por ejemplo, mentimos afirmando que estamos muy ocupados, que no tenemos tiempo y a los tres días accidentalmente una se entera de que no ha sucedido esto). En el segundo caso, el mentiroso, sin decir nada que le delate específicamente, se comporta de manera que revela que lo que nos está diciendo no es cierto.

Los indicios revelatorios son más fáciles de controlar que los de comportamiento. Saber lo que uno está diciendo es relativamente fácil, mientras que conocer lo que nuestra expresión verbal o facial revela es complicado. Además, la expresión facial está conectada con zonas del cerebro vinculadas a las emociones, que son de difícil control voluntario.

Es importante tener en cuenta dos aspectos: el primero, que hay gente entrenada a lo largo de los años para mentir que no caerán en los errores obvios. El segundo, que la valoración de todas las expresiones corporales sólo puede hacerse en comparación con el nivel habitual del sujeto: si uno vacila habitualmente al hablar y no lo sabemos, podemos estar pensando que miente por un comportamiento que es natural en él.

Las pistas que no engañan y escapan del control del mentiroso son las relacionadas con la alteración fisiológica del cuerpo: respiración entrecortada, sudoración, enrojecimiento, enfado repentino, ataques personales... pero aun así los mentirosos compulsivos aprenden a no sentir la tensión de estas reacciones.

A veces, sin darse cuenta, el que engaña da muchas más explicaciones de las solicitadas.

Y estamos a un pié del año 2011 y seguimos esperando que las mentiras dejen de serlas, y las acciones reales pasen a ser eso mismo......... realidades.....

Pero en Avilés tenemos grandes mentes con inmensas memorias para la cantidad de mentiras que dicen.

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