A veces no cabe más que dejar pasar el tiempo y madurar los pensamientos.
Morderte la lengua, procurar no envenenarte la sangre y dejar que el tiempo sea el que aplaste con su presente la supina estupidez de algunos.
La ignominia de ciertos personajillos será visible cuando se limpien a fondo las mesas de despachos.
Y entonces, se sabrá todo la verdad.
lunes, 31 de enero de 2011
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