Las personas tendemos a socializar las cosas poniéndoles etiquetas con el fin de poder tener organizado todo aquello que nos rodea.
Las etiquetas tienen por objeto describir, diferenciar y clasificar las cosas y a las personas como una especie de nosología de la vida.
A cada grupo de etiquetas o a aquellas que pudieran tener un nexo común las titulan según su grupo o forma.
A los títulos les crean, en función de las prerrogativas, honores y demás excepciones, distinciones que los van a elevar de la vulgaridad, que les van a marcar la diferencia.
Hasta aquí, y durante siglos y siglos, la humanidad ha conseguido, a veces mejor y a veces peor, mantener una especie de significado sobre lo que es la vida y todo aquello que nos rodea.
Pero cuando estos ideogramas se adentran en la filosofía, con todos los pensamiento y proposiciones de las personas, la vulnerabilidad está al acecho.
Está al acecho de la ignorancia de aquellos que toman las ideologías y las aplican sobre sus propias acciones y beneficios, y sobre las de aquellos que les rodean.
En una sociedad joven, democráticamente hablando, como la nuestra es escaso el conocimiento empírico de las diferentes ideologías que la regulan, por lo que se tiende a eliminar lo indeseable de las mismas y aplicarlo, en un ejercicio deshonesto y hasta ignorante, en la de los contrarios (ideológicamente hablando).
La política actual se basa en dos principios ideológicos generalistas: derecha e izquierda, o izquierda y derecha.
Si se siguen los fundamentos de cada una de ellas al pie de doctrina, ninguna de las dos podría aplicarse hoy en día a nuestra sociedad, ya que básicamente están obsoletas por la propia evolución de la misma.
Entre ellas son complementarias y no excluyentes. Son simplemente diferentes.
Pese a que desde ambas vertientes, en la política actual, se muestren como paradigma de todos los bienes acaecidos en la historia, esta misma las coloca en su lugar.
Donde se mantuvo un dictador hubo otro, donde hubo un exterminio siguió otro, donde hubo una opresión hubo otra........ Donde existió un Franco existió también un Stalin, donde hubo represión franquista existieron Archipielagos Gulag.......
Donde existió un sistema político de derechas existió otro de izquierdas, y así nos lo enseña la historia. Malos/buenos, peores/mejores............
Lo que se demuestra en la sociedad actual es una ignorancia, cuasi supina, por los activos intelectuales de las ideologías. Tanto a unos como a otros se les llena las boca con palabras como: "soy de izquierdas" "derechona" ,"soy republicano".... y a día de hoy, en un siglo XXI naciente, aún en pañales, habrá que buscar una nueva formula para poder aplicarla a la sociedad para que pueda seguir poniendo etiquetas a todo. O eso me parece.......
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