domingo, 2 de agosto de 2009

D. Angel y la Iglesia Vieja de Sabugo

No recuerdo la última vez que fui a misa. Pero a misa, misa no a bodas, comuniones, bautizos o funerales. Solamente ir a misa para ver y oír, y quizás para intentar entender.
Educada como la inmensa mayoría de la gente de este país en la fe católica, fui a colegio de monjas y como toda joven con inquietudes trabajé para Cáritas, en aquellos mis años juveniles, dando clases a un grupo de niños gitanos.
Pero con el paso de los años, y tras una época estudiantil en un país extrajero y lejano, en donde los católicos no son la mayoría imperante, se me fue ese regusto por ir a misa o cualquier otra actividad relacionada con la misma. Aunque eso sí, todavía mantengo una queridísima amistad con un profesor de latín y de griego de mis años escolares que además es cura.
Bueno pues todo este rollo de mis inclinaciones religiosas venía a modo de explicación porque no es que yo tenga mucho trato con la iglesia avilesina y no tenía el gusto de conocer a D. Ángel, cura de la Iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, más conocida por la Iglesia de Sabugo.
D. Ángel además de que por su trato es una persona afable y tranquila, lo que más me dejó maravillada fue su talante. Cuando se le fue a pedir la utilización de la Iglesia Vieja de Sabugo para celebrar el FIAYC, no nos preguntó nada, ni nos exigió nada solamente nos comunicó que nos la podría dejar hasta el sábado ya que el domingo celebraban una boda.
Intentamos explicarle lo que queríamos hacer, le dijimos los impedimentos que teníamos por parte de la Concejalía y los problemas que ello podría conllevar, y en un noseque que nos dejó a todos mudos, dijo solamente:"tranquilos hijos, que algo ya he leído. Solo espero que no hagáis nada que sea contrario a la sensibilidad del lugar".
Y ese fue el fin que nos marcamos. Música, exposiciones, relatos y más música. Nada que pudiera enturbiar el espacio que nos rodeaba. Y nos pusimos como "penitencia" entre todos dejar la Iglesia Vieja de Sabugo, como una patena con cubos, trapos y escaleras en mano hemos intentado darle un poco de resplandor a esa joya que tenemos todos tan abandonada.
Se cae de humedad, lo olores que desprenden las dos alcantarillas que hay dentro son terribles (sobre todo cuando llueve), hay, que las he contado, 9 goteras que acabaran por destruir todo el techo y las condiciones de todos los bancos son terribles.
Así que desde el primer día intentamos que más que a humedad, oliera a Templo Zen (jajajajaj, estaba todo el día el incienso a todo trapo, como un fumadero de opio), limpiamos techos, imagenes, se clavaron algún que otro banco con puntas y martillo en mano, se arreglaron algún que otro desconchón de la pared y se barrió y fregó el suelo todos los días. Todo nos parecía poco para poder pagar aquel favor tan grande que nos había hecho Don Ángel, con aquella amable tranquilidad.
Así que no estaría de más que todos los avilesinos ayudaramos a conservar esta joyita llena de historia que tenemos en Avilés. Yo desde mi modesto espacio intentaré poner mi granito de arena, si no ya como católica praticante si como observadora de la belleza y la historia de mi ciudad.
Bueno, pues eso, este pequeño homenaje a D. Ángel que tendrá por siempre mi mas profundo respeto y mi sincero cariño.
¡¡¡¡¡ Muchas Gracias, Don Ángel !!!!!

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